Nos guste o no, la nueva normalidad, como la afición de tus tías por el clericot, llegó para quedarse y provocar más de un estrago, particularmente en nuestros bolsillos.Y es que, como era de esperarse, la pandemia y el confinamiento provocarán un impacto económico brutal, generando con ello nuevas amenazas para las que debemos estar preparados.
1. Pandemia de ofertas
Conforme el comercio se reactive, es probable que observemos una pandemia de ofertas en diferentes productos y servicios, principalmente de los sectores que resultaron más afectados por el confinamiento.
Por ejemplo, para nadie es un secreto que el sector turístico ha sido severamente castigado por el bativirus, por lo que no sería raro que en las próximas semanas o meses veamos estrategias de venta agresivas y descuentos difíciles de resistir.
Por otro lado, gracias al encierro habrá miles de personas que ansíen largarse a donde sea con tal de no tener que pasar un maldito segundo más en su casa con look de cruda… o sea: chanclas, pijama y pantuflas (sí, es “pantuflas” y no “pantunflas”, ahórrate la búsqueda en Google).
¿Y qué tendría de malo ese idilio entre oferta y demanda? Que las personas pueden gastar más de la cuenta en algo que, estrictamente, no es fundamental y que el panorama en materia económica y laboral todavía es muy incierto como para rendirse al bendito y tradicional “me lo merezco”.
2. Deudas cada vez más grandes
Recientemente los bancos anunciaron que extenderán sus programas de apoyo, los cuales incluyen reestructuración de créditos y periodos de gracia de entre cuatro y seis meses.
Aunque parece una buena noticia, estos apoyos pueden convertirse en un serio dolor de cabeza para millones de tarjetahabientes, pues, tarde o temprano, eso que deben tendrá que pagarse con sus respectivos intereses ordinarios.
Si a eso le sumamos que las tasas de las tarjetas son más elevadas que el ego de un usuario promedio de Instagram y que la gente, probablemente, no ha dejado de usar sus plásticos, el resultado es más que obvio: deudas cada vez más grandes.
Ya lo dijimos, pero lo reiteramos, el panorama luce complicado, vienen retos económicos importantes y el desempleo no deja de ganar terreno, no son tiempos para que sigas endeudándote con tasas que, antes de todo esto, ya eran abusivas.
3. Créditos aparentemente accesibles
Los constantes recortes que ha realizado el Banco de México (Banxico) a la tasa de referencia pueden derivar en la oferta de créditos con tasas más accesibles, sobre todo en los automotrices e hipotecarios (porque ya sabemos que, con las tarjetas, la historia suele ser distinta).
Como ya debes saberlo, la tasa de referencia puede ser utilizada por las instituciones financieras para establecer el costo de los créditos que otorgan, por lo que, en teoría, si la tasa de referencia baja, es factible que las tasas de los créditos también lo hagan.
Ahora bien, ¿qué carambas tiene eso de malo? El riesgo de que las personas contraten créditos a largo plazo con un panorama económico y laboral tan incierto como el que nos espera durante, al menos, los próximos 18 meses.
Por lo tanto, apela a tu sentido común, si tu situación financiera no es buena o no te sientes muy seguro sobre qué es lo que pasará en los siguientes meses, tal vez no sea un buen momento para adquirir un crédito por un monto considerable y a un plazo muy largo.
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