“Las mujeres compramos con el corazón y eso lo saben las empresas”, aseguró la académica de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Alicia Márquez.
Es por ello, que las marcas comenzaron a hacer productos específicamente diseñados para las mujeres, productos que, normalmente, son agradables a la vista, de color rosa o morado y cuestan hasta un 30 por ciento más que los productos normales, a pesar de cumplir las mismas funciones y estar hechos del mismo material.
A esto se le llama impuesto rosa y hace que las mujeres compremos a un precio más caro, productos diseñados para nosotras, lo que, a la larga, puede hacer que tengamos que endeudarnos para poder adquirirlos.
“Por ejemplo, un rastrillo, solo por ser rosa, cuesta un 10 o 20 por ciento más, no importa que sea igualito al azul o al verde que nos venden. Además, para esos no hay repuestos, así que habrá que comprar uno nuevo cada vez, lo que nos hace gastar mucho más que los hombres”, comentó Márquez.
¿Cómo me afecta?
Claro que el costo extra que le aplican las empresas a los productos diseñados para mujeres te afecta. Aunque parezca que solo son unos pesos, si haces la cuenta de cuánto podrías estar ahorrando al año comprando los productos normales, te darás cuenta de que es una cantidad importante.
Esto, a la larga hará que tus ingresos se vean comprometidos y puede que comiences a utilizar tu tarjeta de crédito para poder continuar comprando cosas tan básicas para tu higiene personal como un shampoo o un rastrillo.
La práctica de usar tu tarjeta como si fuera una extensión de tus ingresos puede llegar a afectar tus finanzas personales de forma importante, porque comprometerá tu flujo de efectivo del siguiente mes, lo que seguramente te llevará a tener que utilizarla más y, en algún punto, esto hará que te sea casi imposible ser totalera y tu deuda comenzará a crecer.
El crecimiento de tu deuda y el continuo uso de tu tarjeta podrán afectar tu Score de Crédito y, con ello, tu posibilidad de acceder a préstamos con buenas condiciones y con tasas de interés bajas.
Entonces, ¿qué debo hacer?
Márquez mencionó que lo más importante es detectar cuándo estamos comprando por un impulso y desde las emociones y no porque realmente necesitemos un producto en específico.
“Lo más importante es dejar los sentimientos y las emociones de lado cuando tenemos que adquirir algo, comprar de forma inteligente nos ayudará a ahorrar. Por ejemplo, volviendo al rastrillo, si hay uno rosa y uno negro, lo mejor será ver el precio y elegir aquel que más nos convenga y no el que se vea más bonito”, recomendó Márquez.
Por otra parte, la académica dijo que lo mejor es no acudir a comprar ni adquirir productos financieros cuando se está triste, enojada o muy feliz, con el fin de no endeudarnos sin pensarlo con detenimiento.
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