Cuando pensamos en pedir un préstamo, muchas veces lo asociamos con algo negativo: deudas interminables, intereses altos o compromisos financieros difíciles de cumplir. Pero, ¿es siempre una mala idea? La realidad es más compleja. Un préstamo no es ni bueno ni malo en sí mismo; su impacto depende de cómo, cuándo y para qué lo uses.
En esta entrada exploraremos los aspectos clave para entender cuándo un préstamo puede ser una herramienta útil y cuándo puede convertirse en una trampa financiera.
El motivo detrás de pedir un préstamo es crucial para determinar si es una decisión acertada. No todos los préstamos son iguales, ni todas las razones para pedirlos son válidas. Hay una gran diferencia entre usar un préstamo para cubrir un gasto urgente e inesperado y pedir dinero para algo que podrías haber planeado o ahorrado con anticipación.
Por ejemplo, pedir un préstamo sería buena idea si lo solicitas para consolidar deudas, siempre y cuando, la tasa de interés del nuevo crédito sea más baja que la que pagas actualmente.
Pero, pedir un préstamo sería mala idea si con ello financiarás ropa fastfashion o un estilo de vida que no puedes pagar con tu ingreso actual. Este tipo de gasto puede generar una bola de nieve difícil de controlar.
Antes de solicitar un préstamo, pregúntate: ¿es esta una necesidad real o puedo esperar y ahorrar para cubrirla sin endeudarme?
Uno de los errores más comunes al pedir un préstamo es no evaluar adecuadamente si podrás pagarlo. Como regla general, el total de tus pagos mensuales de deuda no debería superar el 30 por ciento de tus ingresos. Si tus deudas rebasan este porcentaje, corres el riesgo de limitar tu capacidad para cubrir otros gastos esenciales o enfrentar emergencias.
Así que si, por ejemplo, necesitas un préstamo para pagar un curso que cuesta 50 mil pesos y la mensualidad de éste quedará en 4 mil 652 pesos durante 12 meses, tú deberías tener ingresos por, al menos, 16 mil pesos.
No todos los préstamos son iguales y es fundamental comparar opciones para elegir la que mejor se adapte a tus necesidades. Las tasas de interés, los plazos y las comisiones pueden variar enormemente entre una institución financiera y otra. Elegir un préstamo con condiciones desfavorables puede transformar una solución temporal en un problema de largo plazo.
Por ejemplo:
Si tienes una deuda de tarjeta de crédito con una tasa de interés anual del 40 por ciento, pedir un préstamo personal con una tasa del 15 por ciento para saldar esa deuda puede ahorrarte dinero. Sin embargo, si el préstamo es a un plazo muy largo, podrías terminar pagando de más y entonces no sería buena idea solicitarlo.
Consejo: antes de firmar, asegúrate de leer las letras pequeñas y entender todos los costos asociados al préstamo.
Con todo lo anterior en mente, podemos decir que un préstamo puede ser una herramienta útil cuando se usa para:
No todos los escenarios justifican endeudarse. Algunas señales de alerta incluyen:
Para que un préstamo no se convierta en un dolor de cabeza, sigue estos pasos:
Y tú, ¿crees que solicitar el préstamo que habías pensado es buena o mala idea? ¡Compártenos tus comentarios!
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